En el contexto de las Clasificatorias Sudamericanas para Francia 1998, desde la ciudad de Curicó dos buses se hacían presentes en la capital del país para apoyar a la La Roja. En uno de esos viajes, a aquel grupo de curicanos les surgió una idea, la de apoyar al equipo de la ciudad.

Curicó Unido en esos años jugaba en Tercera División, tenía severos problemas económicos y un casi nulo apoyo de público en las gradas. Por lo cual, el 12 de octubre de 1997 día del partido Chile-Perú, es el inicio de la historia de la barra que alienta hasta hoy en día al elenco albirrojo. Con lo recaudado en ese y otros viajes se compró el primer bombo, y se dio origen a la barra «Marginales«, nombre que surge justamente, por la marginalidad y divergencia de sus integrantes, jóvenes de población y de pocos recursos. Lo que inició con una camada de no más de 20 personas, con el tiempo creció, junto con el crecimiento también del club, que mejoraba su condición y comenzaba a tener protagonismo en los campeonatos de Tercera. Es así que, tanto Curicó Unido como Marginales, empezaron a ser tomados en cuenta por el resto de la población en todo el país, y esta hinchada pasó a ser una de las más organizadas y respetadas del fútbol chileno, por su incondicional aliento, fundamental en logros históricos del Curi, creando un fuerte vínculo entre los ciudadanos y el equipo, además de participar activamente en protestas contra diversos problemas sociales que aquejan a la ciudad y el país

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